Momo, la magia llevada a escena

Rosa Campos Gómez

Una niña es la protagonista de una historia que es dirigida por una mujer e interpretada por otra, y en la que un guionista y dos actores completan el núcleo central. Hablo de MoMo, una obra infantil, juvenil y para todas las edades, que fui a ver el pasado sábado, y me pareció una sorprendente y hermosa construcción teatral.

Entregar a espectadores un tema con el contenido tan profundo y brillante que posee MoMo es un regalo que demuestra el cuidado reverencial hacia la niñez y adolescencia que ponen las mujeres y hombres que levantan la historia y arquitectura de esta pieza teatral de flamante factura, indicando así la gran calidad vigente del teatro murciano, que en este caso es llevado a cabo por componentes de la compañía murciana Teatro de la Entrega.

Basada en la novela de homónimo título, escrita por Michael Ende (autor de la Historia interminable), José Bote, productor y guionista, ha adaptado el texto de manera que mantiene intacta la esencia de la novela -demasiado extensa en su origen para ser representada para espectadores con tan gran arco de edad-, sintetizando con enorme acierto toda la trama.

Beatriz Maciá dirige la obra, y lo hace con una sensibilidad que se atisba desde principio a fin, como se aprecia al instante, al mismo ver la ubicación y movimiento de los personajes, jugando sabiamente con un montaje y unos decorados que generan rotunda admiración.

La protagonizan tres grandes actores: María Alarcón encarna a MoMo, una niña alegre que sabe escuchar y que se desenvuelve con suaves movimientos rítmicos que nos recuerdan el sabor de la mejor slow life, interpretando a esta pequeña con visible alquimia, en la que la ternura y la belleza de la bondad se despliega allá donde se acerque, y cuya mímica adquiere una expresividad que envuelve y cala; Nico Andreo interpreta a Beppo y al Maestro Hora;  y Luis M. Arasa da vida a Gigi, también a múltiples “seres grises” ambos actores, quienes además de poseer una capacidad camaleónica de cambio y adaptación a los diferentes personajes que interpretan dan el genuino contrapunto de tensión a la escena cuando son enemigos, y forman parte del triángulo conmovedor cuando interpretan a los amigos. A ellos se une Casiopea, personaje diferente y crucial, y el efecto del juego de luces que produce prodigiosas sombras ambientando el viejo anfiteatro, la ciudad, el movimiento… Y, sobrevolándoles, el Tiempo, que se enfrenta a una batalla que en el fondo todos estamos librando dentro, y a la que MoMo también tiene que hacer frente, y a la que sabrá dar su especial respuesta. Todo a través de una puesta en escena en la que se aprecia la sincronicidad en común y a la que se suma una mímesis que transmite un lenguaje sutil y expansivo.

En fin, que ha sido un gozo poder ver esta obra en el Teatro Capitol de Cieza, llevada a cabo por las personas citadas -más las que trabajan entre bambalinas-, realizada con una estética deliciosa, desde la que se transmiten valores imprescindibles para el buen vivir mostrándolos con elegancia, ritmo y gracia; y en la que se pone en evidencia lo que los anula, haciéndolo con claridad, ritmo y destreza. Un lujo ver hacerlo a todos con maestría.

 

 

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